MONÓLOGOS PARA DORMITAR

Salgo de casa, señal de que estaba dentro, bajo en el descensor, señal de que había subido en el ascensor, me enfrento a la calle, está donde siempre, veo a la gente haraganeando, normal es domingo, vuelvo la vista para allá, allá me dirijo, el sol me persigue, se pensará que me voy a derretir, veo una dama, salgo corriendo tras ella, corre más que yo, otra vez será, veo la calle despejada, esta es la mía, sigo, cruzo un semáforo en rojo, me quiere atropellar un camión, me pasa rozando, me he despeinado la melena, parezco un despelujao, sigo, compro la prensa, diez periódicos, es para envolver, sigo, veo 100 turistas en fila india, van al museo, los dejo en paz, veo una linda flor en un jardín, la dejo tranquila, veo dos damas dándole a la húmeda, me sumo dándole a la seca, me admiten, me cuentan que sus maridos llegan borrachos todos los días, les digo que no bebo, sólo por sus ojos, se ríen, seguimos, una terraza de un bar, nos sentamos, les cuento mi vida, se aburren, nos vamos, ellas para allá y yo para acá, compro el pan, entro en casa, subo en el ascensor, salgo, entro en la mansión, está como quien dice desangelada, me bailo una muñeira, la cosa se anima, llamo a la vecina, viene, nos bailamos un tango, tango un hambre que no veo, la pego un muerde en el cuello, se me desarma y cae lánguidamente en mis poderosos brazos, la paseo en ellos a ritmo de vals, me mareo, la dejo en su casita, me fumo un cigarrillo, me miro en el espejo, nada del otro mundo, vulgaris homo sapiens, cojo un libro, tanteo el peso, pesa mucho, tiene que ser bueno, lo dejo, no sé leer, está de adorno como la mayoría de los libros, me asomo por la ventana, gente pasando, y así pasa la vida, mirando, cuando mi padre me decía que la vida la tenemos que pasar siendo actor principal, pero yo ni caso.

Saudades