Peter Franck
Estoy meditando, son los momentos que preceden a la ascensión al Monte Fuji, a mi lado están los almendros en flor y otra flor que se quiere abrir a mi pero de la que no recuerdo el nombre científico, creo que es “cave of sighs” o algo parecido pero no me quiero entretener con menudencias, prefiero mantener la mente en blanco cosa que no me resulta nada difícil, es mi estado natural.
Aunque bien mirado se me van los ojazos, me sube la bilirrubina y el tolón tolón tolonea en todas direcciones, es como si un imán de gran potencia le atrajera a su seno, y hablando de senos, menudo par de dos, menudo… con el hambre que paso.
Y digo yo, si a mis canillas se les ponen los pelos de punta es señal inequívoca de que quieren entrar en acción, quieren sentir el palpitar de un cuerpo retorciéndose como enredadera en mi cuerpo, quieren como todo mi cuerpo penetrar en el insondable mundo femenino.
Y digo yo, el Monte Fuji que se marche a hacer puñetas que yo me quedo con la Bella Sakura que está deseando iniciarse en el complicado mundo del amor, cosa en la que el Loco Saudades sabe algunas cosas aprendidas en su eterno caminar a lo largo y delgado de este mundo.
Y digo yo, la pena es que no fuera televisada la función, el caballero (o lo que sea) de la triste figura en un revolutum con la Bella Sakura, un grito va, un grito viene, un ayssssss va, un ayssssss viene, un más y más y más, un agárrate que viene curva, un “suspiráis Bella Sakura” y un “no, me quedo un rato más”, un “al fondo lo venden tinto”, y pasan los minutos, las medias horas, el caballero de la triste figura saca de su aposento el instrumental, sale desvaído y cabizbajo, le da el aire, se orea, ve ese par y entra cantándole unas sevillanas a la Bella Sakura, ella no entiende lo que dice el loco pero sí entiende lo que hace, vamos, vamos lo que cuesta echar una canilla al aire, pero me estoy enamoriscando de la Bella, tiene un no sé qué que me encandila, tiene una flor que se abre a mí como si fuera su sol, sol de media tarde, poco a poco anochece, pasan unos luchadores de sumo a los que saludamos cortésmente, escuchamos unos pasitos cortos y rápidos, no pasa nada, solo es una geisha que pasaba por allí, seguimos descubriendo nuestros mundos, bueno, el del loco se descubre rápido, un atributo masculino y poco más reseñable… ella es un compendio de atributos, parece como si al nacer esa flor hubiera nacido a su lado la palabra belleza, así es ella.
La Luna ilumina el Monte Fuji, ilumina los ojos de Sakura e ilumina mi existencia a su lado.
Así es la vida de un loco que un día nació en mitad de un camino, y desde entonces ha recorrido tantos que ha perdido la cuenta, pero ahora se ha dado cuenta que vale la pena haber encontrado su destino.
Saudades - 2012
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