lunes, 13 de abril de 2015

ENRIQUE III DE CASTILLA Y LEÓN




Cuentan los libros que aquél día don Enrique III rey de Castilla y León fue de caza, aún era menor de edad y no debía ocuparse de los asuntos de gobierno. Anduvo por el monte acompañado de algunos nobles ricamente vestidos algunos, otros enfundados en sus brillantes armaduras y armados con ballestas. La Jornada fue dura y cuando llegó la hora de regresar a palacio ya había asomado la luna por los espesos y oscuros montes castellanos.

Sudorosos se sentaron a la mesa y con gran sorpresa vio como nadie le atendía, mandó a un paje para que fuera a investigar qué pasaba, al poco tiempo regresó a presencia del rey y le dijo con cierto nerviosismo que en palacio no había nada que comer. Don Enrique pensó que se trataba de una absurda broma e insistió en que ya era la hora de la cena, pero el mayordomo insistió en que no había nada que servir, las despensas estaban vacías.

Comprendió entonces el rey que se le estaba diciendo la verdad y que no había ni un solo bocado que llevarse a la boca. Para no quedarse esa noche sin cena, el rey mandó coger el mejor gabán de su vestuario y se llevara a empeñar a la judería para poder sacar algunos maravedís que le permitieran esa noche acallar su estómago.

Cuando por fín llegaron las viandas, observó que alrededor suyo sólo se encontraban el mayordomo y un cocinero, preguntó de nuevo irritado a que se debía aquello, y respondieron que como no quedaba ni un maravedí en las arcas del castillo, los criados y servidores habían cometido la tremenda felonía de abandonar el castillo durante la ausencia del rey en la cacería. El rey entonces comenzó a recapacitar y pensó que si sus arcas estaban vacías cómo sería entonces la vida de sus vasallos.

Preguntó insistentemente a su criado, tanta fue su insistencia que le confesó muy secretamente que los regentes del reino eran como aves de rapiña para el tesoro real, habían diezmado las arcas y los recursos de todos los vasallos para provecho propio.

Asombrado el joven Enrique preguntó como podía obtener pruebas de semejante acusación y el criado le respondió que esa misma noche uno de los regentes daba un gran banquete en su castillo, al que estaban invitados todos los nobles de la corte. El rey quedó asombrado de lo que oía, y después de meditar un rato confió a su criado el deseo de asistir a aquel banquete disfrazado para ver con sus propios ojos lo que ocurría. Hizo su deseo realidad y al cabo de una hora se presentó ante las murallas del castillo donde tendría lugar la fiesta, todo era lujo y alegría y se observaba gran magnificencia. El rey iba vestido de pobre trovador y no encontró obstáculo para entrar pues los trovadores eran muy apreciados en la época. Comenzó a tocar su laúd y muchos nobles comenzaron a escucharle atentamente, su actuación fue magnífica pues el rey siempre había sido muy aficionado a los cantares y a la música de la época, tanto fue así que fue invitado a compartir un rincón de la opulenta mesa y allí comentó que era un pobre huérfano, aunque de ilustre cuna, que apenas había comido aquel día y que lo peor era que sus tutores dilapidaban sus rentas dejándole empobrecido y no teniendo más remedio que dedicarse a cantar y entretener en los banquetes de los nobles y por las callejuelas de las ciudades de Castilla.

El arzobispo y los demás nobles se indignaron al oír semejante historia y cada uno de ellos expuso el castigo que a su entender aplicarían a los indeseables tutores. El rey mientras tanto agradecía con amables palabras tanta comprensión y poco a poco con la conversación, el vino y la comida se fueron desatando las lenguas y cada uno comenzó a referir con grandes risotadas las artes de las que se habían valido para aumentar sus riquezas a costa del joven e inexperto rey.

Tentado estuvo en más de una ocasión de quitarse las pinturas de la cara y el ridículo disfraz y darse a conocer, pero se contuvo y decidió esperar. Cuando terminó la fiesta, salió del castillo y se dirigió a palacio pensando entre la prudencia y la furia cómo vengarse de los malos administradores y corruptos nobles de su reino.

Decidió días después celebrar un banquete y convidar a todos los que habían tenido la bondad de invitarle como juglar. Hizo pregonar por todas partes la suntuosidad de la que iba a hacer gala, de forma que los nobles quedaron sorprendidos pues pensaban que el rey no disponía apenas de recursos, así que entre el ansia de un banquete y la curiosidad acudieron todos en masa. A la hora señalada de la comida acudieron todos a palacio y allí fueron introducidos en el salón real. Pero su asombro fue grande cuando vieron que las mesas estaban vacías ya que en vez de deliciosos manjares sólo había comida sencilla y unos cuantos trozos de pan con un jarro de agua para cada uno. En la cabecera de la enorme mesa estaba sentado el rey armado con su armadura de batalla y con una enorme espada desenfundada. Se sentaron en silencio y aguardaron a que el rey rompiera con su voz tanto misterio, comenzaron a comer, aunque a más de uno se le atragantó el humilde pan campesino. Cuando terminaron, el rey les hizo pasar a una sala donde había una especie de púlpito y las ventanas estaban tapadas con crespones negros. Al ver esto los nobles comenzaron a sentir temor. El rey con enérgica voz comenzó a imponerles a cada uno de ellos el castigo que hacía unos días habían impuesto para los dilapidadores de la fortuna del juglar, una vez que hubo terminado, los aterrorizados nobles que se vieron descubiertos, observaron como decenas de soldados entraban en la dependencia armados y con ellos un sacerdote y un verdugo con una enorme hacha.

Los temerosos nobles perdieron la compostura definitivamente y se arrojaron a los pies del rey pidiendo clemencia, implorando perdón e incluso llorando de terror al verse muertos con el cuerpo separado de su cabeza.

El rey tuvo piedad y les perdonó la vida a cambio de que devolvieran todo lo robado y le juraran eterna fidelidad pues no quería empezar su reinado con un baño de sangre. De esta forma el rey se ganó el calificativo de "piadoso" y "justo" y el respeto de los nobles que ya dejaron de verle como a un joven inexperto.

Ayer tal como hoy, pero en aquella ocasión triunfó la nobleza de corazón.



Saudades - 2015

Sigo sin ordenador, perdón por no poder seguiros.

lunes, 6 de abril de 2015

MEDITACIONES




Estaba sentado en una piedra resguardado del frío húmedo que le mandaba el mar, siempre lo hacía, quería sentir el poder de ese amigo que tanto le atraía, no lo podía ver, sus ojos no nacieron para mirar, era ciego, pero su alma veía a su manera, sabía de resacas, de tempestades que cubrían las rocas de fuerte oleaje, sabía de calmas que le mandaban suaves brisas con esos olores que le llenaban el alma.

Aprendió el camino desde temprana edad, la misma piedra a la que dio forma de tanto vivirla, allí dio vida a un mundo paralelo, a un mundo de aventuras siendo él  aventurero, recordaba tantas historias como le contaba su abuelo, aquél viejo marino de cara agrietada por mil surcos, por tanta lucha contra ese mar de su sustento, ese mar que se tragó a tantos hombres dejando en tierra tantas mujeres de negro.


Hoy el mar estaba inquieto como una mujer viendo pasar el tiempo sin que el tiempo se lo devolviera, el viento del norte azotaba su cara y llenaba sus ojos de lágrimas que eran lo único que sabían soltar, pero el formaba parte de la piedra, formaba parte del paisaje como el viejo marino forma parte del barco. Se imaginaba aquellos mares lejanos que le contaba su abuelo, aquellos seres en tantos puertos tan curtidos por el mar como por la vida, aquellas enormes ballenas que lanzaban surtidores de agua, y en su mundo tenían formas, unas veces monstruosas y las más de las veces eran seres amigos a los que contar sus confidencias, tenía una amiga gaviota que siempre al verle llegar volaba a su lado, él le daba trozos de pan de un bolsillo lleno de migas endurecidas por el tiempo, él tenía muchos amigos, como el sol, como la niebla, como la luna que presentía, como los arrullos de la naturaleza en forma de brisa que mece las hojas o como viento que silba al rozarle su cara.
Su mundo no era de nieblas, era de luz, mucha luz, toda la que desbordaba su alma, era un viejo grumete de mil tempestades, de mil mares en calma, de mil mujeres, que en sus sueños, le esperaban al llegar a casa.
Poco a poco se marchó por el camino de siempre, su bastón era su antena y al llegar a casa se sentó en su sillón a soñar en una aventura nueva.
La aventura de vivir… a su manera.
Saudades - 2015

Perdonar que no entre en vuestros blogs a comentar, tengo el ordenador a pedales estropeado y solo me acerco a esta casa a ratitos en un ordenador ajeno.
 

viernes, 3 de abril de 2015

!AL ATAQUEEEEEEEEE! (Reposición)




 
AVISO A NAVEGANTES:  El jinete hace tiempo que perdió la cordura


Stradivarius me está esperando, los caminos del mundo nos esperan, relincha inquieto al saber que emprendemos camino, salgo con el traje de jinete dominguero por lo que pueda ocurrir, monto y salimos adelantando a las balas, nos espera la aventura de todos los días, él como parte inteligente del dúo elije camino, yo le dejo hacer que para eso es el que corre, yo solo voy encima dando botes, llegamos al horizonte, tuerce la esquina, está lloviendo, la jodimos, tuerce por otro esquinazo, hace un sol radiante, mis ojazos de águila divisan a lo lejos unos cuerpos de mujer bañando esas piezas de museo por un riachuelo que pasaba por allí, Stradivarius para en seco, desmonto, me quedo a pelo, baño las canillas y el culo, saco pecho, me ganan las jodías ¡Esos son pechos y no los míos que están hundidos!   Digo yo.

Jugamos a las ahogadillas, me dejan clavado en el fondo del río y con una piedra encima, casi me ahogo, engancho a la Bella Ruperta y la saco del río creyendo que era mozuela y moza es pero con mucha escuela, nos tumbamos, jugamos al “veo veo”, me ajusto la lupa, menudo bosque que veo, me adentro, encuentro una gruta ¡Al ataqueeeeeeee!!!!, seguimos, se ajusta ella la lupa, ve mis pectorales, pellejos caídos, se retuerce de la risa, tendré que volver al gimnasio, cambio de pareja, me engancho a la Bella Sulpicia, Stradivarius partiéndose de la risa viendo a  Saudades de esta guisa, saco a relucir toda mi potencia, ¡Cagüen… como si me hubieran pinchado las ruedas!,  el cuatro patas más rabo se retuerce por el suelo de la risa, la Bella Sulpicia, la Bella Ruperta y la Bella Restituta , que la tengo en lista de espera se mean de la risa, voy a la gasolinera de la esquina, me inflo, esto ya es otra cosa, me engancho con la Bella Restituta, nos bailamos una jota con todo el badajo dando saltos, encendemos el fuego de campamento, nos recalentamos, contamos historias para no dormir, no dormimos, noche cerrada por huelga, ya se abrirá, miramos a las estrellas, ellas miran a las tres bellas, montamos la tienda de campaña y nos metemos dentro, menudo revoltijo, una pierna por aquí, un pecho encima de mis narices, la senda de los elefantes, un culo pompa que se me pone encima, un sin vivir y sin dormir, un amanece que no es poco, un salgo de la tienda y canto una canción, se espantan todos los pájaros y se pone a llover, un no me extraña con lo mal que canta el jodío, Stradivarius se dice para sus adentros: Todos los locos tienen suerte”, salen de la tienda las tres bellas todas “despelujás” mientras elpelenguendanga” de Saudades se relame, Stradivarius, el sensato de los dos, dice: Mucho arroz para el tirillas”, y la vida sigue cuando el sol en su timidez asoma poco a poco tras las montañas, y nace un nuevo día cargado de ilusión, algo que nunca ha perdido Saudades, vuelven a encender la lumbre y alrededor del fuego, las manos enlazadas dicen a los cuatro vientos, o cinco, que esta noche han vivido, de una manera distinta, es verdad, pero de una manera muy especial, al filo de lo imposible.




Así es la vida… un frenesí


Saudades - 2015